lunes, 31 de marzo de 2008

DALILA


Ella era bella, sutil y seductora,
Mas, no sabemos si fue rubia o fue morena,
Y aunque era sexi, muy linda y primorosa,
Preguntamos a Sansón: ¿valió la pena?

Dalila a Sansón fue seduciendo,
Por encargo de un jefe filesteo;
Y muy pronto lo metió en su lecho,
Sin que fuera menester el himeneo.

Querían saber de Sansón lo necesario,
El porqué de su fuerza poderosa;
Y Dalila con el poder del cuerpo,
Sacaría esa verdad tan misteriosa.

Ella lo mima, lo calienta y le da vino,
Y le hace ver que es una bestia en celo;
Sansón excitado y ya borracho,
Le contó que su fuerza está en el pelo.

Después de tenerlo dominado,
Con el vino y ese placer que daba,
Dalila se consigue unas tijeras,
Para cortarle aquello que colgaba.

Las trenzas a Sansón, ella le corta,
Y salió con el pelo, cual trofeo,
Entregando a Sansón a los guardianes,
Diciendo que así calvo era muy feo.

Y ésta fue la historia de Dalila,
La filistea que dio el cuerpo por su raza.
(Señoras: piensen mal si sus maridos,
Llegan sin fuerza y trasquilados a la casa.)



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