lunes, 31 de marzo de 2008

APOLO




Apolo, ese Dios de singular belleza,
Tiene aventuras de amores muy diversas,
También hay cuernos y sexo por montones, 
Y en gustos si, su vida es muy dispersa.

Apolo un día, se burla de Cupido,
Y este lo hiere con la dorada flecha,
Mientras que a Dafne le clava la de plomo;
El se enamora, pero ella lo desecha.

Repudia Dafne con esto al Dios Apolo,
Y Apolo a cambio, la sigue, la imagina.
La madre tierra convierte a Dafne en árbol,
Y seguro Apolo, contra ese árbol va y se orina.

A una mortal, llamada Leucótoe,
Apolo audaz, se le metió en el lecho,
Para lograrlo, cual su madre se disfraza,
Va y la desnuda y la viola; ese fue el hecho.


A Marpesa, secuestrada por el Idas,

El Dios Apolo en su momento amó.
Ella ante Zeus un poco confundida,
Se va con Idas y al inmortal dejó.

Castalia, es otra que fue amada por Apolo, 
Huyendo de éste, en un charco cayó.
El agua allí se convirtió en sagrada,
Y creo que así, gaseosa se volvió.

Las amantes de Apolo fueron muchas,
La Creúsa, Coronis y más… Acanta,
Hécuba, Cirene y la Casandra,
Y no nombro más, porque me espanta.

Pero me espanta más, lo que ahora sigue; 
Son los casos de amor homosexuales,
El Apolo batió el record de los dioses, 
Sin esfuerzos, estando en sus cabales.

El mito dice que son varios sus amantes,
Jovencitos atletas que en “pelota”,
Practicaban un juego con Apolo,
Que el cae bocabajo, se le “anota”.

Son especiales Jacinto y Cipariso
Que amantes fueron, de Apolo preferidos,
Sangre de uno, se volvió flor de jacinto,
Llanto del otro, en ciprés fue convertido.

El Dios Apolo, en todo se metía,
En las cosas de dioses y de humanos,
Concursa contra Pan en melodías,
Con su lira y con su diestra mano.

Le gana a Pan, en los retos musicales,
Pero Midas no lo acepta… da un susurro,
Apolo lo castiga por ser “sordo”,
Y le pone las orejas de un gran burro.

Si el concurso no fuera en melodías,
Pregunto yo, si fuera con micciones,
¿Qué parte del jumento le pondría,
Al buen Midas entre sus pantalones?

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