lunes, 9 de agosto de 2010

CUPIDO


Es el niño que a través de muchos siglos, 

Famoso ha sido en la mitología, 
El con sus flechas une los corazones, 
Y convierte cualquier ruido en melodía. 

Era el hijo de Venus y de Marte; 
Los dioses del amor y de la guerra. 
Por eso es que no hay paz en los amores, 
Y tendrá celos, quien al amor se aferra. 

Amoroso es él, y a veces despiadado; 
Tiene dos flechas que a discreción dispara; 
Una es de amor, de romances y pasiones, 
Y la otra flecha indiferencia nos depara. 

Flecha de amor que atraviesa una pareja, 
De dicha cantarán los corazones; 
Mas si es la otra, la de la indiferencia, 
Los buenos quedarán como “güevones”. 

Pero el niño travieso, no es inmune; 
Su propia flecha, se clavó él un día; 
Se enamora de Psique solo al verla, 
Y allí bailó con su propia melodía. 

Como Psique es mortal, y él del Olimpo, 
No debe ella verle la cara ni un poquito; 
Por eso ella con pasión cierra los ojos, 
Cuando Cupido la seduce y le hace rico. 

(Tal vez por eso las mujeres de hoy en día, 
En sus noches de placer y sin disipo, 
Cuando están con su pareja ensimismadas, 
Cierran los ojos, y a pensar en otro tipo.) 

Pero un día la ingenua de la Psique, 
Abre los ojos en medio de quejidos, 
Le ve la cara a Cupido sin reservas, 
Sin saber que con esto lo ha perdido. 

Los castigan por el acto irreverente, 
Y estas almas de amor son separadas; 
A ella le ponen las más terribles pruebas, 
Que va sorteando con fuerza de enamorada. 

Por curiosa, (al fin mujer) la dulce amante, 
Abre una caja allá en el inframundo, 
Y la caja emana un gas que a Psique duerme, 
Dándole muerte en un sueño muy profundo. 

Pero Cupido enamorado va y la busca, 
Cuando la encuentra la saca de ese sueño; 
Ya puede verlo: los dioses los perdonan, 
Y Cupido de la Psique, ahora es su dueño. 

Cupido que es amor, y Psique El Alma, 
Se unieron y de la unión, hija les nace; 
Su nombre fue Placer, (igual Voluptas); 
Voluptuoso placer que satisface.